lunes, 4 de abril de 2016

Adiós Amigo

Recuerdo perfectamente la primera vez que te vi, pequeñito, en una bolsa de Zara y lleno pulgas. Pelo negro color tizón y unos ojos color miel preciosos.  Ese mismo día se nos estropeó el coche, ya está, los gatos negros traen mala la suerte. Pero no, sólo me trajiste mucho cariño, un poco de trabajo y algún que otro conflicto familiar.

Fuiste como nuestro primer hijo, contigo tuvimos que aprender a cuidar de alguien que no sea a uno mismo. Aprender a darte de comer, a limpiarte, a aleccionarte (aunque siempre me acaba llevando broncas por ser muy blando contigo). No sabíamos aún lo que era tener un hijo y tu ocupaste ese rol y te quisimos. Aunque el tiempo nos lo haya hecho olvidar un poco….si, te quisimos mucho.




Hemos vivido momentos muy bonitos, algunos muy hilarantes, como tener que saltar a la terraza del vecino en calzoncillos en pleno verano por la noche, porque eras tan pequeñito que aún no conseguías saltar de vuelta. O tener que ir a casa de otro vecino y decirle a su hija que estaba buscando su periquito extraviado, que habíamos encontrado sus plumas en nuestro lavadero….y nada más que las plumas….




Me han quedado muchas cosas en el recuerdo tuyas, que me fueras siempre a recibir, que te tumbaras en el suelo todas las mañanas para que te acariciara mientras se hacía el café, tumbarme a hacer la siesta contigo al lado, o que que me despertaras como un reloj a las 6:30 incluso los fines de semana aunque para ello tuvieras que saltar encima mío o darme manotazos en la cara. Hasta que un maldito sofá pasó a ser más importante que un ser vivo y tuvieras que dormir encerrado en el lavadero todas las noches. La verdad es que desde que no me despertabas, madrugo menos , hago menos deporte, soy un poco menos feliz.

Se que seguramente te fuiste por viejo, pero me parte el alma pensar que te dejaste ir por pena, porque ya no te hacíamos tanto caso, porque éramos tantos ya en casa que parecía que no podía haber cariño para todos y tu te quedabas con muy poquito. Porque en esta mierda de vida que a veces vivimos a toda prisa, parece que no había sitio para las caricias, para jugar contigo un rato, para agacharte un rato a acariciarte sin estar pensando que hay otras cosas "más importantes" que hacer. Porque en esta vida, las caricias, los abrazos, parecen  que tienen que estar cronometrados, medidos, cuando en realidad deberían ser momentos en los que se pare el tiempo, en los que no exista nada más que ese sentimiento tan profundo que sólo se siente en ese instante.

Primero fuiste como mi hijo y luego fuiste mi amigo, porque 14 años son muchos años juntos, muchos momentos, muchas vivencias, mucho cariño como para que se vaya para siempre. Una parte de mi se ha ido contigo, una parte de mis sueños de una nueva vida que la casualidad hizo que comenzáramos juntos. Una parte de mi vida se ha ido con tu con tu ausencia,  pero conmigo se quedará siempre tu recuerdo.

Daría lo que fuera por poder haber podido pasar unos últimos instantes contigo amigo mío, darte un abrazo y despedirme como te merecías, como yo te quería.


Adiós amigo mío.





Para despedirme, te dedico está canción. La letra no tiene relación con esta historia, pero es una de las canciones más bonitas que he escuchado en mi vida y me apetecía ponerla.